Hace unos días me levanté temprano, tomé una taza de café y me dirigí al aeropuerto para tomar un avión que me llevaría a Paraguay. El objetivo final era visitar Defensores del Chaco, un Parque Nacional ubicado en la región del Gran Chaco en Paraguay, cerca de las fronteras de Bolivia y Brasil, y conocer a Silvino, un guardabosques que vive allí desde hace 44 años.
Poco después de aterrizar en la hermosa ciudad de Asunción, me subí a una camioneta y comenzamos a conducir hacia el Gran Chaco. No sabía que el viaje nos llevaría 13 horas, que íbamos a pinchar una llanta en lo que parecía el medio de la nada, y que para recorrer los últimos 350 km del viaje, estaríamos en un carretera vacía, con camino de tierra y muchos baches durante más de 5 horas, sin señales de vida humana alrededor. De repente empezamos a ver mucho polvo. Era imposible para el conductor ver claramente lo que estaba pasando. Minutos después, entre todo ese polvo que nublaba la vista, vimos un camión, dos camiones, tres camiones, decenas de camiones, y luego perdí la cuenta. ¿Cómo era eso posible? ¿Qué estaba pasando?

Los camiones estaban llenos de ganado. De hecho, para cuando llegamos a nuestro destino final en Defensores del Chaco, ya nos habíamos cruzado más de 100 camiones llenos de lo mismo. No solo eso, sino que también nos cruzamos una buena cantidad de excavadoras.
Cuando llegamos, conocí a Silvino, un verdadero guardian de la naturaleza. Silvino llegó a este predio de 720.000 hectáreas, siendo un joven guardabosques, hace 44 años. En el momento de su llegada, el viaje que me tomó más de 13 horas para completar, le tomaba 9 días debido a la falta de caminos en el pasado. No solo eso, sino que en ese momento vivía allí, solo, completamente solo, por períodos de 3 meses hasta que el gobierno le enviaba nuevos suministros para poder sobrevivir. Para ese entonces en la historia, yo ya estaba asombrado pero había más por venir y él no me hizo esperar. Cuando le pregunté sobre los camiones llenos de ganado y las excavadoras que vi ese mismo día, me llevó a un viaje mental que no vi venir. Me dijo que su batalla más crucial no fue dentro del parque, sino justo afuera, cerca de sus límites. Además, esta batalla no le correspondía solo a él, sino que también tenía en mente el interés económico de otras personas. Estoy hablando de la economía de los pequeños agricultores. Primero me recordó lo verde que era todo alrededor del parque en el pasado, y afortunadamente no tuve que solo creer en su palabra, porque ahora gracias a las imágenes satelitales disponibles desde el espacio pude verlo en tiempo real, algo así como usar una máquina del tiempo, desplazándose a través de una serie de fotogramas del lapso de tiempo del área. Sin embargo, lo que Silvino me enseñó a continuación me dejó sin palabras. Me explicó que antes de traer el ganado a estas áreas, los agricultores queman sus territorios para tener pastizales. Todos estos incendios no solo matan árboles sino también animales más pequeños que solían ser parte de la dieta de los depredadores más grandes. Aquí las cosas dieron un giro inesperado ya que su narrativa no era la típica respecto a cómo los árboles producen oxígeno limpio, sino que su historia iba un paso más allá.


Silvino, en cambio, notó que los leopardos, necesitados de comida, irrumpían en las tierras de los agricultores y robaban una de sus vacas de vez en cuando. Como a los granjeros no les gustó nada esto, comenzaron a matar a los leopardos. Sin embargo, los leopardos son animales muy territoriales, por lo que una vez que matas a uno de ellos, dejas esa área abierta para una batalla entre diferentes leopardos para gobernar este terreno. Así que ahora los granjeros no tienen un depredador persiguiendo a sus animales, sino muchos de ellos. Tengan paciencia con esta historia, porque este no es el final. A medida que los agricultores seguían matando a los leopardos, eventualmente se deshicieron de ellos en algunas áreas, lo que abrió la tierra para los pumas, y aquí radica una gran diferencia. Los leopardos cazan una vaca y se van, solo toman lo que necesitan. Los pumas, por otro lado, pueden matar a varios animales, sin comérselos a todos, antes de salir corriendo de la escena. “Cosechas lo que siembras”, dijo Silvino. Es el círculo de la vida. De hecho para hacerlo más gráfico y fácil de entender, agregó, “si no tuviera comida, si no me quedaran provisiones, me vería obligado a salir y conseguir algo para comer de una forma u otra”. Así como me sorprendí por la hermosa complejidad y el equilibrio de la naturaleza, Silvinó comentó que su mayor desafío ha sido educar a los agricultores aledaños al parque sobre esto. “No quiero que la gente piense que soy un lobo solitario que lucha contra el progreso humano, por supuesto que no, pero necesitamos encontrar un equilibrio, de lo contrario, no habrá futuro para los humanos y nuestro progreso”. La naturaleza está en un frágil equilibrio consigo misma, y Silvino me enseñó que incluso los cambios más pequeños pueden provocar grandes disrupciones.
Durante los días siguientes, vimos incendios controlados en las fincas cercanas al Parque Nacional. Eran nuevos agricultores quemando la naturaleza para tener pastizales. De hecho, encontramos incluso con un drone un leopardo muerto, acribillado a balazos, que unos días antes había sido captado en vivo con cámaras ocultas en la zona.

Un dato que debes saber antes de terminar este artículo es que desde 1985 hasta 2016, el Gran Chaco sufrió una pérdida de 14,2 millones de hectáreas (el tamaño de Inglaterra). Antes de concluir nuestra visita a Silvino y al resto de guardabosques de la zona, él me quiso mostrar un lugar escondido, “una joya escondida”, dijo. Un lugar que describió como tan mágico que pensaría que estaba parado en un planeta completamente nuevo. Volvimos a subir a su camioneta y condujimos durante una hora hasta Cerro León, donde me animó a vigilar mis pasos, ya que podría haber serpientes alrededor y muchas espinas saliendo de los árboles. Después de una corta caminata, donde me explicó que lo que estaba a punto de ver era uno de los sumideros de carbono más grandes del mundo y que deberíamos hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance para protegerlo, llegamos a un punto en el que dejó de hablar y levanté la mirada porque venía observando cada uno de mis pasos para tener cuidado en esta colina complicada.
Lo que vi me dejó sin palabras. Allí estaba yo, contemplando más de 80.000 hectáreas de bosque virgen. Entiendo que una imagen no puede capturar toda esta belleza, pero confía en mí cuando digo que nunca había visto tanto verde en mi vida. En ese momento me salieron lágrimas de los ojos y ahí fue cuando me golpeó a nivel personal. No solo pude finalmente ver por lo que nuestro equipo ha estado luchando, sino que también conociendo la ciencia y las tasas de deforestación, me hizo sentir miedo por un minuto. Tuve una infancia maravillosa, pero ahora sé que si alguna vez quiero traer un bebe a este mundo debemos detener la deforestación si quiero que el bebé tenga un ambiente seguro para jugar y descubrir las maravillas de la vida y este hermoso mundo. No podemos fallarle a las generaciones que vendrán después de nosotros. Debemos ayudar a proteger lugares como Defensores del Chaco. Silvino es una estrella de rock. La estrella de rock de la naturaleza. Lamentablemente, ni él ni su equipo tienen el reconocimiento que se merecen. Es increíble cuánto conocimiento pudo compartir con nosotros en tan poco tiempo. Es tan fácil de entender, imagínatelo así, si América del Sur representa los pulmones de la Tierra, ¿qué harías si tuvieras cáncer de pulmón? Dejar de fumar e ir al médico para curarte. Tenemos que preservar y recuperar los bosques, por ti, por nosotros y por todos.